Estrenamos nueva categoría para nuestro blog sobre el mundo de las casitas infantiles, y lo hacemos con uno de los maestros de la arquitectura moderna, que trabajó a la perfección los materiales y muy especialmente la madera.

El arquitecto y diseñador finlandés Alvar Aalto (1898-1976) está considerado como uno de los maestros de la arquitectura de inicios del siglo XX, sin duda por la representatividad y características propias que hicieron, tanto de sus edificios como de sus muebles, diseños dotados a su vez de funcionalismo y calidez.
Graduado en la Escuela Politécnica de Helsinki comenzó a destacar ya con sus primeras obras, como la biblioteca de Viipurii o el sanatorio de Paimio, por la dedicación que otorgaba a los detalles, con el fin de controlar la atmósfera de los espacios, a los que dotaba de un rasgo de identidad propios y de un alto grado de funcionalidad al adaptarlos a aquellos a los que estaban destinados. Un concepto de diseño global que abarcaba no solo la propia edificación sino también el mobiliario que le acompañaba.
Estas piezas mueble acabarían por emerger con relevancia propia, tras la fundación en 1935 de la empresa Artek, a partir de la cual los diseños de Aalto y su esposa Aino comenzaron a fabricarse en serie de manera independiente. En todos ellos destacaría el uso de la madera laminada como el material más empleado, en consonancia con su obra arquitectónica. De todos sus muebles, el sillón Paimio, -diseñado para el sanatorio en 1932- y el taburete circular apilable son los más reconocibles. Sus formas organicistas, el empleo de materiales cálidos y los rasgos funcionales que los hicieron fácilmente producibles, potenciaron su popularidad, marcando una tendencia en el diseño que ha llegado incluso a nuestros días.

Poco tiempo después de fundar la empresa, Aalto realizaría una de sus obras más conocida, la casa de vacaciones para Mairea Gullichsen en 1938. En ella el arquitecto aunaría todo su saber para conjugar de manera eficaz dos conceptos antagonistas: lo artificial y lo natural en un juego de formas y de texturas que, contrastadas, ayudaron a crear los diferentes ambientes de la casa. En la villa Mairea, Aalto recogió la representatividad de la cultura autóctona con el estilo moderno más avanzado de su tiempo en una serena armonía, asentado las bases del futuro desarrollo de su carrera.

Durante la Segunda Guerra Mundial, ya en Estados Unidos, ejerció como arquitecto y como profesor en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Su notoriedad como arquitecto siguió creciendo, alcanzando su mayor cota con el Pabellón de Finlandia para la Exposición Universal de Nueva York de 1939. En su propuesta utilizó con gran habilidad y versatilidad la madera, tanto como símbolo representativo de la tradición constructiva de su país, como por sus capacidades técnicas para la articulación de los espacios. A través de este material, tan bien conocido por el arquitecto, consiguió un efecto singular de movimiento orgánico en la gran sala de exposiciones, a modo de imagen definitoria del paisaje finlandés. Su diseño innovador y su brillante ejecución recibirían los elogios de otro gran maestro de la arquitectura como Frank Lloyd Wright, quien vio en Alvar Aalto a un genio por descubrir.

Poco tiempo después abandonaría Estados Unidos para volver a Finlandia a encabezar la Oficina de Reconstrucción tras el conflicto mundial, labor que le conduciría a la realización de otra de sus obras más relevantes: el ayuntamiento de Säynätsalo. Si en la Villa Mairea los revestimientos de madera habían articulado la secuencia de espacios, en el conjunto del ayuntamiento sería el ladrillo el material protagonista, conformando los volúmenes de los distintos usos entorno a un claustro abierto, sobre el cual destacaba la sala del concejo como elemento principal.

Architect's wood house

A este proyecto le seguirían aún más edificios públicos de gran relevancia en Finlandia, prolongando la labor proyectual de Alvar Aalto hasta su muerte en 1976, siendo acabados sus obras por su segunda esposa, también arquitecta, Elissa Mäkiniemi.

Tanto en sus edificios como en sus diseños, Alvar Aalto destacó por encontrar la fusión entre la materialidad de la tradición y de la modernidad, pero sobre todo por la búsqueda del bienestar a través de la adecuación de los espacios, una idea que resumió en vida con estas palabras: “Hacer que la arquitectura sea más humana significa hacer mejor arquitectura”.

Taburete de madera diseñado para la biblioteca de Viipurii.

Saynatsalo-city-hall-aalto

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